11 diciembre, 2010

LA ERA QUE NOS TOCA VIVIR



EL VACIO DE DIOS



La moda ocultismo, de la astrología con el horóscopo, la parasicología, la metafísica, el espiritismo va invadiendo la sociedad actual. Y paralelamente crece la influencia del demonio en las formas más diversas.
No es solo en los países subdesarrollados, a causa de la pobreza, como alguien nos ha dicho. Se da igualmente en las naciones súper-desarrolladas de Europa y de América. Hace poco visitamos Europa y al hojear los periódicos, en la sección de anuncios, luego nos encontramos con la misma basura de todas partes: La proliferación de magos, videntes, astrólogos… Pudimos también comprobar que el mundo de los negocios y las finanzas está igualmente infiltrado por la brujería. Los empresarios contratan brujos y hechiceros para que protejan su propio negocio y aplasten al contrario. La brujería es un negocio que moviliza muchos millones. Como detalle curioso, según leí hace algún tiempo, un señor cobraba cinco mil bolívares por una consulta. Cincuenta mil por quitar un maleficio. Y medio millón por hacer un maleficio “a muerte”. Los brujos modernos dirigen programas de mucho éxito en radio y TV. Ostentan diplomas y títulos académicos, se sirven de computadoras para preparar los horóscopos, impresionando así más al público y gozan de un alto status económico.
Pero ha llegado la hora de derribar ese muro de silencio. Tenemos que tener ideas claras sobre el influjo de Satán. Igual que se hacen campañas publicitarias para prevenir el sida, el cáncer o el dengue, debemos movilizarnos para desenmascarar el ocultismo. No creemos que el descubrir la actuación de Satanás ocasione complejos a nadie como nos han criticado. Más bien hemos comprobado lo contrario. Varias personas, bajo los síntomas del maleficio, nos han preguntado:"Dígame con franqueza si estoy loca" Y al comprobar que sus males eran causados por algo de fuera: Satanás, se sentían aliviados.

¿A qué se debe esta explosión de brujería en el mundo actual?

Son muchos los que han formulado esta pregunta. Nosotros solemos contestar sin titubear: Se debe al vacío de Dios. El ateísmo y la indiferencia religiosa van alejando a la gente de Dios. Pero la persona humana está precisamente diseñada para Dios. Y al no encontrar la moneda buena, la religión, buscan la falsa, la brujería.
Todo ser humano fue creado para compartir la felicidad de Dios por la vía de la religión. Para muchos la brujería es un sustituto, aunque inconsciente, de esa religión. La verdad es que sin Dios la persona humana es un absurdo.

ÁNGELES BUENOS Y ÁNGELES MALOS

Al hablar de demonios algunos luego se imaginan seres de cuerno y rabo, con velas y olor azufre. Este diablo solo existe en el mundo del folklore. Los demonios son ángeles, pero ángeles rebeldes, degradados. Al igual que los ángeles buenos, los demonios son personas, seres espirituales, dotados de inteligencia, voluntad, libertad, iniciativa.
No son pues los demonios una abstracción, ni un mito o un símbolo del mal. Los demonios son personas reales. Dios los hizo buenos, pero ellos se hicieron malos por su culpa. (4°. Concilio de Letrán).
Cristo es el centro del universo. Por él y para él fue creado todo lo visible (los hombres, el mundo) y lo invisible (los ángeles). Dios creó al bello arcángel Lucifer, superior a todos los demás ángeles. Pero no lo hizo autómata sino libre, igual que los demás ángeles y los humanos. Pero él, abusando de su libertad, se alzó contra Dios. Porque quería ser el centro del universo. Y fue botado del cielo juntamente con un tercio de los ángeles que siguieron su rebelión. Apocalipsis 12, 4.
Estos son los demonios. Todos ellos se encuentran en terrible amargura y deseo de venganza. Satán (Lucifer) y los demonios ni quieren ni pueden cambiar su destino. Jamás se humillarán ante Dios. Ellos se lanzan con furia rabiosa a destruir la obra de Cristo. Nosotros no les tenemos miedo: ellos sí nos lo tienen a nosotros. Jesús vino al mundo para destruir las obras del diablo. I Juan 3, 8. En cada página del Nuevo Testamento hay algún testimonio vibrante de esa lucha contra Satán. Por eso no se puede comprender la obra de Cristo sin conocer la obra de Satán. Sin embargo en varios sectores de la Iglesia ha habido interés por reinterpretar la Biblia sin que sea preciso nombrar al diablo ni hablar de la lucha con los demonios. Gran error.
Al hablar de los ángeles malos es lógico que hablemos también de los buenos, nuestros grandes amigos. Estos están más deseosos de hacernos el bien que los malos de dañarnos. Cada persona tiene su ángel de la guarda que lo acompaña noche y día toda la vida. La Biblia nos presenta a los ángeles divididos en nueve grupos: ángeles, arcángeles, querubines, serafines… Entre ellos reina una jerarquía de amor. El principal de ellos es San Miguel, juntamente con San Rafael y San Gabriel.
También entre los ángeles rebeldes existe una jerarquía, pero de odio. El principal de ellos es Satanás (Lucifer). Ellos conservan, aún después de caídos, su rango propio, sus poderes y sus dones. Pienso que no basta decir: Oraremos por ti para que Dios te libere del espíritu malo, como enseñan algunos. Es necesaria la confrontación directa con el enemigo. Debemos poner en juego la autoridad que Jesús dio a sus seguidores:” En mi nombre expulsarán demonios.” Marcos 16.
Sin embargo he ido evolucionando y he aprendido a no enfrentarme al diablo en solitario. La experiencia me ha enseñado a actuar acompañado de la comunidad y apoyado con la oración de los hermanos. Y creo que esa es la mejor forma de proceder.
A veces el oprimido por Satán se libera en cinco minutos y de forma espectacular. Otras veces tarda meses y aún años: según sea el grado de compromiso de la persona con el espíritu malo y también según la jerarquía y el rango del diablo y según los derechos adquiridos por él. Pero he visto que todos terminan por liberarse.



No hay comentarios:

Publicar un comentario